domingo, noviembre 05, 2006

Los trenes son argentinos



Al igual que las Malvinas, el tango, el mate, el colectivo, la birome, Santaolalla o Messi, los trenes son argentinos. O quizá sea mejor decir que son más argentinos que aquellos.
El estado de decadencia y deterioro de los trenes son la Argentina misma. Indudablemente se viaja como se vive. Y los pasajeros? Bien, gracias…
Al Estado argentino no le interesa y nunca le interesó. Tiene asuntos más importantes que resolver: hay que reactivar el consumo, atraer inversiones, trabajar para la próxima campaña, y si hay protestas o reclamos o se incendia algún tren se incrementan los subsidios a las privatizadas, se anuncian planes de obras de inversión pública, y los días pasan.



Los ferrocarriles argentinos fueron en el siglo XX un importantísimo motor de transformación y progreso en la sociedad. Dio lugar a la instalación y nacimiento de pueblos y localidades, al crecimiento del comercio y las comunicaciones. Es decir, que participó notablemente en la mejora de la calidad de vida de aquel entonces.
Sin embargo, desde hace unos cuantos años sufre una grave involución que parece no tener fin, causada en mayor medida por la falta de responsabilidad y desidia de quienes les tocó participar en la administración y gestión del servicio, sean estos públicos o privados. Privatizados allá por los años 90 con el objetivo de disminuir el gasto público y obtener ingresos frescos para el Estado, a la vez que el pasajero obtendría el beneficio de una empresa privatizada que administraría idóneamente los recursos y brindaría un servicio como Dios manda. Nada de eso ocurrió. El Estado paga hoy un subsidio mayor o igual al que incurría siendo el administrador de la empresa, y el pasajero? Bien, gracias…

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