
Hubo también una clara distancia entre los actores (los protagonistas) que animan el fútbol. Los buenos y los malos. Los héroes y los villanos. Los que están en el medio apasionados por el juego y los que están apasionados por el dinero. Los que viven el fútbol como espectáculo, y los que viven el espectáculo como un negocio.
De un lado, Simeone, La Volpe, Russo, Alfaro, Leeb. Del otro, Ruggeri, Muñoz, Grondona, Macri, Passarella. Hubo ganadores y perdedores de los dos lados, aunque es discutible. Pero lo que es indiscutible es de qué lado se encuentran los unos y los otros.
Se me ocurre que los grandes ganadores y perdedores de este Torneo Apertura son el Cholo Simeone y el Cabezón Ruggeri, respectivamente. Ambos fueron jugadores símbolos de la Selección de los años 90. Jugadores que han sabido cosechar muchos e importantes logros futbolísticos. Seguramente gracias a ese espíritu luchador y combativo que los distinguía. Eso que algunos le llaman guapeza.
Sin embargo, la guapeza que exponen Simeone y Ruggeri no es la misma. Tienen conceptos de “guapos” muy diferentes. El Cholo es guapo porque asumió con grandeza hacerse cargo del plantel de Racing cuando el equipo se quedó sin DT, y con la misma grandeza se fue sin reproches del club de sus amores. Un guapo que se animó al desafío de Estudiantes y obtuvo su premio en el reconocimiento de media ciudad de La Plata. Y vale aclarar que el reconocimiento lo consiguió a fuerza de trabajo y voluntad, aún antes del título conseguido.

Por suerte esta vez el fútbol hizo justicia con los guapos.
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