martes, enero 16, 2007

Por la salud del fútbol

Si. Lo reconozco. Durante mucho tiempo ha sido imposible de mi parte reconocer las virtudes de los jugadores que no salieran a la cancha con la azul y oro en el pecho. Y mucho más aún si se trataba de jugadores que se vestían con la banda roja cruzada. Sólo me permitía simpatizar, además de los referidos uniformados boquenses, con aquellos que se confesaban públicamente como fervientes hinchas de mi sagrado Club Atlético Boca Juniors.
Me acuerdo claramente cuando llegó a mi casa el ejemplar de El Gráfico con la foto del Beto Márcico con la camiseta puesta, en el ángulo superior derecho de la tapa y un breve texto que declaraba su deseo por jugar en el club de sus amores.

Yo tenía por aquellos tiempos unos 12 o 13 años, y la verdad es que no lo había visto jugar nunca hasta entonces, pero sabía muy bien que el Beto era un jugador extraordinario. Me acuerdo perfectamente de los elogios que le dedicaban, en el programa “Todos los goles” Dante Zavatarelli, Adrián Paenza, Marcelo Araujo y Fernando Niembro los domingos por la noche, durante su brillante paso por Ferro Carril Oeste.
Por eso, por ser fana de Boca y un jugador exquisito, Alberto José Márcico es uno de mis más grandes ídolos futbolísticos.

Con el tiempo, hay cosas en las que la razón va ganando lugar. Incluso en el fútbol. Y la verdad que a mí lo que más me gusta del fútbol son los buenos jugadores. No me estoy refiriendo a ideologías o corrientes futbolísticas, porque con total sinceridad quiero que mi equipo gane siempre. Y si se trata de partidos con los clásicos rivales o finales de campeonatos, quiero que gane como sea.
Al decir que me gustan los buenos jugadores, me estoy refiriendo a los talentosos, a los virtuosos. Sé que de esta manera estoy dejando afuera a jugadores que también admiro (y mucho), pero por otras cualidades que son totalmente distintas. Entiendo también que los verdaderos equipos se forman con jugadores de diferentes características, y que eso hace al equilibrio de un equipo. Pero a mí lo que más me atrae al ver fútbol son los jugadores exquisitos.
Será que uno es vueltero para revelar sus sentimientos o tal vez, mejor dicho, orgulloso. Porque fundamentalmente quisiera que el “Burrito” Ortega se pueda recuperar pronto y de verdad. Ojala se lo pueda volver a ver mimando una número 5 como ha hecho hasta ahora. Aunque algunos, por folclore, tengamos que putearlo.
Por el bien del fútbol argentino y el de Orteguita, por supuesto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen post Mauro. Ortega es un groso, a quien le pidieron siempre más de la cuenta y nunca valoraron lo virtuoso que es en el deporte del "balompié".

Qué decir del enorme "Beto Mágico", que para colmo cumple años el mismo día que yo (13 de mayo).

Un abrazo