domingo, julio 22, 2007

Futbol - Empresa


Se terminó la Copa América finalmente. Y lamentablemente nos dejó un sabor amargo, a tristeza y decepción. Pero con la convicción (al menos en lo personal) que existe un buen grupo para seguir confiando en la Gestión Basile. Ya se vendrán las Eliminatorias con sus exigencias a cuestas, y si las cosas salen bien, otra vez otorgaremos el crédito a una nueva esperanza mundial.
Ahora volvió el momento la pretemporada en el ámbito doméstico. Pretemporada que en definitiva es importante para los DT’s, preparadores físicos y jugadores. El hincha en cambio busca novedades en las acciones de los dirigentes. Tanto por el lado de las ventas como de los refuerzos. Se trata del momento más indicado para definir los objetivos del año, aún cuando nos encontremos llegando al mes de Agosto. Pero resulta que como el calendario europeo es el que marca el rumbo, el resto de las confederaciones nos debemos adaptar a aquél.
Es tan determinante la importancia y trascendencia del fútbol del viejo continente que no deja de sorprender las cifras que se manejan en cada operación de transferencias entre los jugadores. Las fortunas son tan abrumadoras que uno a veces ni siquiera se da cuenta, o al menos yo hasta ahora no me había dado cuenta.
Nunca lo había pensado de esta manera, pero por cada adquisición de un nuevo jugador, especialmente las de mayor envergadura, los clubes están comprando una nueva empresa sobre la cual explotarán por un tiempo determinado, buscando obtener los mayores beneficios a favor del grupo económico. O sea, el club.
Tales adquisiciones pueden ser representadas bajo todas las figuras posibles: aprovechar a jugadores/empresas en que su punto deportivo/performance se encuentra en alza; apostar por la recuperación de jugadores/empresas cuya actualidad lo encuentra en baja pero al parecer existen indicadores de que su recuperación puede ser extraordinaria y con ella sus ganancias; invertir en jugadores considerados una incógnita por no haber sido sometidos a una experiencia semejante, pero en caso de resultar favorable la operación será todo un éxito.
Esto mismo es lo que hacen desde los grandes grupos económicos hasta el pequeño inversionista cuyo fin sea la diversificación del riesgo. Apuestan por una cartera diversificada de acciones o empresas de diferentes negocios con el objetivo final de obtener una ganancia en el resultado global. Esa ganancia está claro que nunca está asegurada, pero en caso de transformarse en pérdida, la misma se estima que será minimizada y no debería causar mayores contratiempos.
Cualquiera sea el resultado, superávit o déficit, quien otorga el crédito siempre es el hincha y su infinita pasión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante analogía.