Una de las cosas que me genera nostalgia por estos días en el mundo del balonpié, es el pasado del fútbol uruguayo. Cómo se le explica a las generaciones más jovenes que Uruguay fue desde los comienzos del profesionalismo y hasta los años 80 tal vez una potencia muy respetada a nivel mundial?
Aunque no me resulta posible, a causa de mis escasos 30 años de vida, hablar desde una posición demasiado lejana en el tiempo, perfectamente puedo recordar cuando enfrentarse a Uruguay era cosa seria. Incluso hoy los duelos entre uruguayos y argentinos continúan teniendo un sabor especial con gusto a clásico, lo cierto es que se trata de un clásico de 2do o 3er orden. Y esto no se debe precisamente a causa de lo que puede ofrecer el seleccionado argentino.
Lo que se pudo observar (con esfuerzo) en el último partido del Grupo A de la Copa América entre los charrúas y el seleccionado local venezolano, fue una muestra evidente de lo que estoy comentando. Sin querer desmerecer el leve aunque significativo ascenso del fútbol venezolano es los últimos años, hace un tiempo atrás hubiera resultado imposible pensar por parte de los uruguayos (y del resto de los equipos sudamericanos, en general), la conveniencia de apostar por un empate con el objetivo de no asumir riesgos, cuando se esté jugando la clasificación frente al equipo "vino tinto".
No puedo disimular mi pena por esta realidad de nuestros queridos vecinos rioplatenses. A pesar de que todavía siguen exportando jugadores de gran talla mundial, como Recoba, Forlán o Chevantón, entre otros, cuánto hecho de menos a los Francescoli, Ruben Sosa o Ruben Paz.
De cualquier manera me sumo al grito de Jaime Ross: Arriba la Celeste!
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