martes, septiembre 25, 2007

No me pidan que cabecee...

Se dice que todo aquel que en forma habitual se expone ante las cámaras de televisión, más tarde o temprano termina siendo rehen de su propia coquetería. No importa cuál sea el papel que se desempeñe ni el programa en el que se participe. Toda persona que sea reproducida en los millones de televisores en el mundo, son víctimas del culto a la imagen.
Por supuesto el fútbol no es excepción. Empezando por los periodistas, pasando por los técnicos, jugadores e hinchas. Todos sin excepción son conscientes de la presencia de la caja tonta, y cada uno desde su lugar "actúa" en consecuencia.
Hace unos años atrás, una publicidad retrató muy bien la situación donde uno de los futbolistas, antes de salir al campo de juego en la manga que los depositaba en el mismo, muy pendiente de su look, les advertía a sus colegas que "no le pidan que cabecee" al momento que se acomodaba sus cabellos.
En la actualidad, el modelo simbólico de la corriente llamada "metrosexual" tiene como referente inequívoco al mediático jugador inglés David Beckham, quien ha sabido obtener los más jugosos contratos comerciales en mayor medida por sus cualidades estéticas que por sus condiciones futbolísticas.
En la Argentina, años atrás el corte de cabello de Jorge Comas hizo que se bautizaran "las comas" a la moda de llevar el pelo un poco más largo debajo de la nuca. También la imagen de Martín Palermo supo arrastrar a sus seguidores al uso de su flequillo platinado. O más cercano en el tiempo, la trenza de Rodrigo Palacio fue motivo de imitación.
El colmo, sin embargo, lo ha provocado el legendario arquero colombiano René Higuita. Ídolo carismático por carácter y juego, extrovertido en sus genialidades como arquero-jugador. Hoy, alejado de la profesión con 41 años, se ha sometido a una cirugía total para renovar por completo su apariencia física. A las pruebas me remito.




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